Dicen que cuando un alma muy buena deja este mundo, el cielo llora y por eso llueve.
El martes llovió todo el día y siguió lloviendo a cántaros hasta el miércoles al mediodía.
Algunos podrán pensar que fue por el calor, o que había alerta meteorológica.
Pero yo sé que fue porque el lunes a la noche me quedé sin abuelo.