Es así que aquel balcón del hotel Lorraine, mientras se preparaba para asistir a un acto público. Había llegado a la ciudad para apoyar una huelga de basureros negros, quienes cobraban menos que sus pares de raza blanca, quienes además recibían la paga cuando las condiciones climáticas les impedían trabajar.
Actualmente, el edificio del hotel y una construcción anexa acogen el Museo Nacional de los Derechos Civiles, un testimonio de las injusticias del régimen segregacionista y de la lucha de aquellos que lo derribaron. En cuanto a la habitación que ocupaba Luther King aquella tarde, la 306, se ha convertido en un sitio de culto protegida con una mampara de cristal y mantenido tal como estaba en aquel momento, lo mejor que se ha podido: la cama está sin hacer y hay tazas de café que parecen a medio beber.
Se trata de un complejo museístico que abarca el motel, la casa cercana desde la que el francotirador segregacionista James Earl Ray disparó, también la tienda donde abandonó el rifle en el que se encontraron, según la investigación, sus huellas dactilares. Se muestran también el rifle y la bala reales.
Sin embargo, no será hasta ahora que los visitantes podrán visitar el lugar exacto donde cayó Luther King, reflexionando sobre las preguntas que plantea el museo. “¿Murió el movimiento de los derechos civiles con King?, ¿fue Ray el único asesino?, ¿qué legado ha dejado el movimiento?”.
Es que por aquellos años, no pocas voces señalaron que la muerte del predicador fue producto de una conspiración. Lo cierto es que su ejemplo es inspiración aún en nuestros días, y por ello merece la pena la visita si el turista viaja a Memphis.
