sábado, 9 de febrero de 2013

Brasil: El antiguo Santuario de Nuestra Señora de la Peña

El Convento de la Peña, o Santuario de Nuestra Señora de la Peña, es uno de los dos santuarios más antiguos de Brasil. El mismo fue fundado por el padre Pedro Palacios a mediados del siglo XVI, en la ciudad de Vila Velha, ubicada dentro del Estado de Espíritu Santo. Se alza a 154 metros sobre el nivel del mar y a 500 de la orilla.

Una conmovedora leyenda

Según la leyenda el sacerdote franciscano vivía en una gruta en la ladera del morro y tenía en un oratorio, levantado adjunto, un cuadro de Nuestra Señora de las Alegrías, tres veces el cuadro desapareció y las tres veces fue hallado en la cima del promontorio, por lo que interpretó que la virgen le indicaba que allí quería morar. En 1568 comienza a erigirse la capilla y un año más tarde llega de Portugal la imagen de Nuestra Señora de la Peña.

Desde lo alto se tiene una vista panorámica de toda la ciudad que se extiende a sus pies y el blanco inmaculado de la construcción destaca sobre lo oscuro de la roca. Hasta llegar a él la vegetación nos acompaña, exuberante, selvática, y hermosas y altísimas palmeras se destacan aquí y allá. Un amplio estacionamiento permite que siempre haya lugar para quienes llegan con sus propios vehículos. A uno y otro lado del blanco arco de la entrada distintas tiendas reciben a los turistas que desean llevar un recuerdo de la visita al regresar a su hogar.

El convento es un monumento arquitectónico sobrio y de singular belleza, varias son las refacciones que se le han hecho con el paso del tiempo pero conserva el mismo encanto del primitivo; al abrir las persianas de las celdas (habitaciones de los profesantes) se pueden ver la Barra de Vitória y el Océano Atlántico en todo su esplendor.

Dos escultores y su increíble trabajo

En el interior del edificio su espacio más expresivo es el de la Iglesia con su increíble Capilla-Mor, el interior de la cual está parcialmente recubierto en cedro tallado entre los años 1874 y 1879 por el escultor portugués José Fernandes Pereira y posee un altar de mármol decorado con tallas en madera dorada que realizó el escultor italiano Carlo Crepaz también en el siglo XVII. El retablo de la Virgen está rodeado de ángeles y querubines  y lo flanquean las imágenes de los mayores santos franciscanos, San Francisco de Asís y San Antonio de Lisboa y de Padua.

No debemos dejar de visitar, además, la más pequeña pero igualmente bella Capilla de San Francisco, el Museo, antigua casa de huéspedes histórica conocida como Casa dos Romeiros, cuya piedra fundamental indica la fecha de 1650 y, por supuesto, ya que estamos cerca, las instalaciones de la mundialmente conocida fábrica de chocolates Garoto. Un conmovedor paseo místico que cuenta con un excelente final para los más golosos.